Indumentaria

Tras nacer la idea de crear una comparsa, una de las primeras tareas que necesariamente se han de acometer, es su uniformidad. Para ello, los fundadores se fijaron en el traje de los moros de Caudete, acudiendo a esa fuente para inspirarse y crear el traje de esta comparsa que acababa de ver la luz.

También y dada la buena relación de muchos Moros Nuevos con la ciudad de Alcoy, el traje de la filà Marrakesh de dicha población con una uniformidad prácticamente idéntica, ha servido de inspiración en la evolución del de la Comparsa de Moros Nuevos, y aún hoy, 50 años después, cuando te encuentras con festeros de esa filà, parece que está frente a un Moro Nuevo.

Muchos han sido los elementos que a lo largo de la historia de la Comparsa se han ido añadiendo y suprimiendo de la indumentaria, como la famosa falda del primer boceto masculino, la cual se utiliza con mucha frecuencia en el diseño y confección de los trajes de gala de filàs de hombres.

No obstante, y tras perder precisamente la falda, los Moros Nuevos adoptaron en el año 1994 el atuendo masculino que hasta nuestros días conocemos, el cual quedó reflejado en el Reglamento elaborado por la Unió de Festejos ese mismo año, y que consta de:

- Camisa blanca con capucha y mangas hasta el codo, estas últimas con bordados de color rojo, amarillo y verde en las bocamangas;
- chalecho de color rojo en terciopelo, ribeteado con un cordón dorado, con medias lunas metálicas doradas en delanteros y espalda, tres en total;
- manguitos marrones de tela o punto, terminados con manguitos dorados de latón y collarín (golilla) dorado también de latón.
- pantalón bombacho en raso azul con una pasamarería dorada a cada lado;
- faja tricolor blanco, rojo y verde y dos tiras, cada una cae sobre las piernas del bombacho, con flecos también tricolor;
- zapatillas rojas con ribetes y media luna en color amarillo;
- fez verde tocado con una borla roja;
- aunque no figura en dicho reglamento, existe una capa para aquellos festeros no integrados en una filà y que también ha de considerarse como oficial de la comparsa. La misma, es blanca con una caída triangular en la espaldo, forro rojo y ribeteada en verde y rojo.




En el caso del traje oficial femenino, en 1978 se acuerda crear una traje-uniforme para mujer, atendiendo a las recomendaciones de la Unió de Festejos y con el fin de ir eliminando las chilabas que cada filà venía utilizando y que no se ajustaban a ningún modelo oficial concreto. Hubieron dos diseños y, por tanto, dos trajes previos al que conocemos en la actualidad. De esta manera, mediante acuerdo de la Asamblea General de la Comparsa del 24 de abril de 1987, se estableció el traje oficial femenino de la comparsa, el cual también figura en el reglamento de la Unió de Festejos, quedando de la siguiente manera:

- Pantalón bombacho azul con puño de cuatro dedos aproximadamente, y adornado con cordón rojo y dorado en la parte derecha del bombacho;
- chaleco de terciopelo rojo con adornos en lamé dorame y rellenos de pedrería en diversos colores, ribeteado con cordón dorado y dos borlas del mismo color en el delantero. En el remate de los hombros: cordón dorado y seis borlas doradas pequeñas en el extremo;
- camisa blanca con bordados en delantero y pasamarería dorada, mangas a la altura del codo, con pasamarería dorada al canto y bordados en color rojo, verde y amarillo, a ambas se les ha incorporado una pequeña borla dorada;
- faja tricolor con flecos también tricolor en verde, blanco y rojo;
- fez verde con borla roja (según Reglamento de la Unió de Festejos) o dorada, según el acuerdo de 1987 citado.
- y zapatos rojos o dorados (el acuerdo de la Comparsa indica solo rojos, pero en el Reglamento de la Unió de Festejos figura: zapatillas rojas y doradas). En la práctica se utilizan indistintamente de ambos colores.


Ambos trajes, el masculino y el femenino, son referidos al oficial de la Comparsa o de guerrilla, ya que para los de gala, cada filà tiene el suyo propio que, previamente, ha sido autorizado por la Comparsa y por la Comisión Artística de la Unió de Festejos, por los que en los actos donde se utiliza el traje de gala, la variedad y la riqueza de la indumentaria resulta patente aún cuando ello comporta la práctica desaparción (en dichos actos) del traje oficial que, no obstante, se recupera inmediatamente después de finalizar cada acto.